Hoy, al cumplirse dos años de aquella jornada en que, inspirados y animados por una nueva generación de jóvenes conscientes, valientes y organizados, el pueblo entero se alzó en un claro rechazo a más de 30 años de política neoliberal que siguió operando con piloto automático, tras ser implantada a sangre y fuego durante la dictadura, como un macabro experimento que no hubiera resistido ni un Parlamento, ni un Poder Judicial decente.
El paso de mando que se sucedió con los años tuvo infinitos distractores que por mucho tiempo nos hicieron creer estar adormecidos. Pero ahí estaban y siguen estando las organizaciones de base, en los territorios, en las fábricas, en los servicios públicos y también en los nuevos “inventos” del neoliberalismo, como las cadenas de retail, ofreciendo créditos caros, por una parte, y empleos precarios por otra, mientras la salud, educación, pensiones, vivienda, transporte y acceso a la cultura, caían en ruinas esperando “voluntades políticas” que nunca llegaron, al igual que la alegría en esta “Democracia de los Acuerdos”, que, años después, nos dimos cuenta que solo sirvió para que los que ya se habían hecho ricos con las dádivas de la dictadura, continuaran incrementando su poder.
Pero ahí estábamos las organizaciones, con nuestra constante y a veces “majadera” cantinela, machacando una y otra vez, poniendo los dedos en la yaga, incomodando, incluso a veces hasta nuestros propios compañeros y compañeras. Hasta que un buen día, y en buena hora, la inercia y el miedo dieron paso a la acción decidida y a veces temeraria, encontrándonos en este camino con miles de compañeros y compañeras que de Norte a Sur, también estaban ahí para no solo denunciar, sino que actuar frente a la injusticia y la indignidad.
Hoy, al cumplirse dos años de la revuelta que está cambiando a Chile, saludamos y celebramos el inicio de la discusión del articulado de lo que será una Nueva Constitución, la primera hecha con la participación de todos y todas, con la complejidad y tensiones que nuestra propia y diversa realidad reflejan. Un verdadero torbellino de aire fresco y renovador que se coló por la ventana para recordarnos de que afuera había sol y vida.
Estamos orgullosos de lo que hasta aquí hemos avanzado en este camino y del coraje y valentía de nuestras bases que se movilizaron pese a la represión y las amenazas.
¡Que la dignidad no se vaya nunca más!